Los viajes son en la juventud una parte de educación, y en la vejez una parte de experiencia.
Francis Bacon
Me gustan los lugares bonitos, los pueblos pintorescos, las ciudades monumentales. Los lugares que transmiten. En mi retina atesoro paisajes asturianos, secretos del Camino de Santiago y calles de París. Volvería una y mil veces a Londres, a África, o a Italia. Devoro las revistas de viaje y busco con codicioso afán destinos desconocidos. Lugares que me hagan soñar, que me emocionen por su historia, por su literatura o por su belleza.
Me ocurre casi siempre que me enamoro de los sitios. Que de tanto leer, curiosear y recorrer acabo haciéndolos míos. Imagino dónde viviría, cuál sería mi rutina, qué vida llevaría. Y así he "tenido" casa en Portugal, en Normandía o en Ibiza. Siempre virtual claro, pero ¡y lo baratitas que me salen!
Pienso que los sitios se hacen tuyos cuando los caminas, cuando tienes su plano en la cabeza, cuando te sitúas. Los viajes comienzan mucho antes de la fecha de salida. Uno ya empieza a viajar cuando planifica, cuando investiga, cuando se prepara. Porque no es lo mismo viajar que trasladarte, hay que comer la comida típica, averiguar sus costumbres, visitar sus mercados, hablar con su gente.
Empaparte. Integrarte. Adaptarte. Donde fueres haz lo que vieres.
Por eso tampoco suelo hacer fotos de las cosas que me impactan. En mi memoria hilvano recuerdos: la sonoridad del tamboril rociero, el sabor terroso de un buen café siciliano, el traquetreo de los carros birmanos... Viajar es aprender a mirar. Y todos los grandes viajeros han visto más cosas que las que recuerdan y recuerdan más cosas que las que han visto (B. Disraeli dixit)
Viajar, también, es mucho más que llegar. Viajar es planear, explorar, trazar rutas. Viajar es averiguar, callejear y comprar. Es perderse y encontrarse, sorprenderse y desilusionarse. Es conocer, aprender, curiosear y atreverse. Viajar es enfrentarse al temor de lo desconocido, abrirse a lo nuevo, vencer los prejuicios, cambiar de perspectiva.
Y viajar es volver. Porque no hay nada mejor que regresar. Aunque el hombre que vuelve nunca es el mismo que el que marchó.
Fotaza de ANA GUISADO
Fotaza de ANA GUISADO
Yo también tengo una casa en cada ciudad que me enamora. Mi preferida está en la Place Dauphine, en París. Es un ático pequeñito, con mucha luz y muchos libros. Cuando voy disfruto bajando temprano a desayunar en cualquiera de los cafés que adornan la plaza, y perdiéndome con mi cámara por las calles de Paris... ay, qué ganas de volver!
ResponderEliminar"Cuando vas me encanta quedar contigo y perdernos entre las galerias de la Place des Vosges. Hay una pequeña tienda, de cajas de música, donde siempre nos entretenemos. Yo llego temprano, en bici, y a pesar del gorro tengo las orejas congeladas así que te arrastro a la primera cafetería que vemos abierta..."
EliminarEso que has escrito da, como mínimo, para un relato!
Qué prisa te has dado!!! Ahora tengo casa también en Berlín (y en Roma, y en Londres...), pero mi preferida sigue siendo la de París.
EliminarYo tengo una cabaña de madera en las islas orcadas , tomaré posesión de ella cuando me jubile en esta vida o en la que viene. Ya veremos.
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