10 Cosas que puedes hacer por tus hijos

Te estoy tejiendo un par de alas
Sé que te irás cuando termine
Pero no soporto verte sin volar...
Andrés Castuera-Micher


Que tener hijos te cambia la vida... Eso lo sabe todo el mundo. Igual que todo el mundo quiere a sus hijos y desea lo mejor para ellos. A ser padre se aprende sobre la marcha, por muchos libros que uno lea, la realidad siempre supera la ficción y uno nunca está realmente del todo preparado.

Ser padre es más un camino que un destino y NUNCA tiene (o no debería) tener un final. Yo apenas estoy empezando, hay muchas cosas que no tengo claras, hay días que me desespero y pienso que algo estoy haciendo mal y otros en los que atisbo, en la conducta de mis hijos, pequeños destellos de las grandes personas que un día espero que sean.

Pero lo que sí que tengo claro (por experiencia propia) es que, como dijo Rilke, "La verdadera patria del hombre es la infancia". Por eso me esmero en construir unos buenos cimientos en mi relación con ellos. Procuro transmitirles valores, los buenos, los de verdad. Mis hijos me hacen mejor persona, porque me esfuerzo en comportarme de manera ejemplar y trabajo en conseguir que sean felices viviendo en sociedad. Y como los años pasan rápido y no quiero refugiarme en mis recuerdos, busco alcanzar con ellos una relación  de calidad. Quiero conservar el amor que existe ahora entre nosotros y mantener el entusiasmo y la felicidad que ahora sentimos cuando estamos juntos.

A ser padre no se aprende, ni puede enseñarse pero si que hay cosas que podemos hacer para que nuestros hijos atesoren su niñez y crezcan como personas y nosotros con ellos. Aquí van diez:

1. Nunca, nunca, jamas, les mientas. Ser una persona de palabra es ser un hombre de bien. Y salvo las mentiras piadosas y otras fiestas de guardar (reyes etc.) es preferible decir la verdad aunque eso te cueste un buen berrinche.

2. Da ejemplo. Los niños aprenden imitando: desde empezar a caminar hasta nuestros gestos, nuestra actitud y nuestras costumbres. Menos palabrería y discursitos y más acción.

3. Déjales ser como son. Aunque sean distintos a ti y no como te los habías imaginado o como te gustaría que fueran. Quiéreles por ser ellos: tímidos, torpes o payasetes. Quiéreles aunque no les gusten los dulces como a ti o no sean de tu equipo favorito. Demuéstraselo. ¡No basta sólo con sentirlo, tienes que demostrárselo! Y díselo: "Te quiero porque eres tú, y como, pase lo que pase, tú siempre vas a ser tú, yo siempre voy a quererte:"

4. Trátales con cuidado. Porque son lo más valioso que tenemos, pero son frágiles. Su corazón es delicado y nuestras reacciones a veces son exageradas. Coge aire y cuenta hasta diez: muchos gritos asustan y encogen los corazones (además de perder eficacia). Y cuidado con nuestras palabras: hieren. Y a veces dejan huellas difíciles de borrar. 

5. Cuando estés con ellos: estáte con ellos. Los momentos de baños, cenas y acostarles son momentos íntimos que puedes convertir en recuerdos preciosos. Deja el ipad y apaga el móvil. Mírales a los ojos, escúchales. Cuando sean mayores no te vas a acordar de las actualizaciones de facebook que te perdiste...

6. Trátales como personas. Porque lo son y desde que nacen. Pide las cosas por favor y dales las gracias. Y pídeles perdón cuando te equivoques. Las cosas bien hechas, bien hechas están, independientemente de a quién se las hagas.

7. Abrígales. Hace unos días me dijeron que los niños tienen que ir calentitos, arropados, cubiertos. Creo que es verdad; al fin y al cabo, no hay nada más cálido que la niñez.

8. Sáltate las reglas. Todavía recuerdo el día que, con la mesa puesta, le dije a mi madre que me apetecía comida china. Ella cogió las llave y, sin más, nos fuimos. Y aquello fue, sencillamente, genial.

9. Haz el sordo. O el ciego. Ocurre que, a veces, todos estamos cansados. En lugar de embarcarte en luchas estériles yo a veces hago como que no me entero. Incluso lo digo: "hoy es que no veo nada, pero supongo que estará todo recogido", por ejemplo. Oye, ¡y a veces hasta funciona!

10. Ríete. Por que el humor es capaz de transformar hasta la peor de las crisis. Busca el lado positivo de las cosas, transfórmate en un robot, o en su animal preferido. Bájales el tono de voz en la oreja, gesticula como si estuvieras gritando pero sin sonido... Sorpréndeles, quita hierro al asunto y, recuerda, que ésto, también pasará.



Foto de ANA GUISADO


2 comentarios:

  1. A esta entrada volveré muy a menudo.... Muak!!!!

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  2. Me enfanta. Tendrais que reenviarmelo todos los meses para que no se me olvide :-)

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